03 Sep Paréntesis (….): Yoga
Me gusta ver y sentir la práctica de yoga como un oasis en medio del ritmo del día a día. Un espacio sagrado en el que pararnos a tomar fuerzas y reconectar con nosotros mismos.
Una parada para la práctica de yoga es buena en cualquier momento del día, por la mañana nos ayuda a afrontarlo con energía, por la noche a descansar mejor y a mediodía es sin duda un bálsamo para seguir hacia delante reconfortados y con una nueva alegría.
Vivimos en una sociedad que funciona muy rápido, el ritmo agitado y digitalizado afecta a nuestra salud psicofísica y nos hace más vulnerables al estrés y la ansiedad.
El Yoga nos propone un camino que pasa por relajar el cuerpo y serenar la mente para llegar a reconectar con nosotros mismos y encontrar un nuevo equilibrio en nuestra vida.
El eje del yoga ha sido siempre el equilibrio entre la mente y el cuerpo. En la actualidad y en Occidente esta disciplina se adecúa a las necesidades de un mundo complejo, agitado y exigente. Especialmente el hatha yoga, se ha convertido en una manera práctica para recuperar el bienestar, incluso desafiando a los múltiples estímulos externos a los que estamos expuestos y a las prisas.
A través de la respiración y de las posturas, nos ayuda a destensar el cuerpo y la mente, promueve la calma, favoreciendo la mirada interior y la toma de conciencia.
Efectivamente, una vez logramos recuperar la calma interna, podremos dar un paso más, y expandir nuestra conciencia; para conocer nuestros pensamientos, emociones y acciones. Nos propone reconectar con nosotros mismos. Al final, vivir alineados con nuestro lado más genuino y tener la posibilidad de encontrarnos dentro de tanto estímulo externo y tanto ruido, parece ser el nuevo desafío dentro de las sociedades de las que somos parte.
Un cuerpo sereno está mucho más atento a lo que percibe. Al realizar una postura e inmovilizarnos, soltamos tensiones y desarrollamos nuestra conciencia corporal. Una buena postura es fundamental, pues cuanto más equilibrada es, más desarrollamos la capacidad de percepción y coordinación, la concentración y la relajación en la vida diaria.
Por otra parte, una mente calmada comprende, está abierta y no pierde el tiempo en juzgar; sabe diferenciarse de los pensamientos, observarlos y dejarlos ir. Esto nos permite aprender a gestionar las emociones, que son la mayor fuente de estrés crónico, y nos ayuda a equilibrar la tensión y a reducir la ansiedad.
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“Todas las cosas que realmente importan, la belleza, el amor, la creatividad, la alegría serena, la paz interior, surgen más allá de la mente». Eckhart Tolle
Por Mercè Perarnau. Profesora de yoga y yogaterapia.Terapeuta gestalt.
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